POEMAS

Aimé Cesaire (1913-2008)

De  CATASTRO

De “SOL CUELLO CORTADO”


SOL SERPIENTE

Sol serpiente ojo fascinante mi ojo

y el mar piojos de islas que chasca rosas en los dedos

lanzallamas y mi cuerpo intacto fulminado

el agua levanta las osamentas de luz perdidas en el pasadizo sin pompa

de los torbellinos de témpanos aureolando el corazón humeante de los cuervos

nuestros corazones

la voz de los rayos domesticados girando sobre sus goznes de grielas

transmisión de anolis al paisaje de vidrios rotos son

las flores vampiros en relevo de orquídeas

elixir del fuego central

fuego justo fuego mango de noche cubierto de abejas mi

deseo un azar de tigres sorprendidos en los azufres

mas el despertar estañoso se dora yacimientos infantiles

y mi cuerpo de guijarro comiendo pescado comiendo

palomas y sueños

el azúcar de la palabra Brasil al fondo de la ciénaga.












Foto: Léopold Sédar Senghor y Aimé Césaire


PERDICIÓN

desgarraremos el aire nuevo con nuestras cabezas enyelmadas

abofetearemos el sol con nuestras palmas extendidas

golpearemos el suelo con el pie desnudo de nuestras voces

las flores potentes dormirán en las caletas de los espejos

y la propia armadura de los trilobitas

se inclinará en la media luz de siempre

sobre tiernos pechos henchidos por minas de leche

¿y no franquearemos acaso el pórtico

el pórtico de las perdiciones?

un vigoroso camino de venosidades amarillentas

tibio

donde embisten los búfalos de las cóleras insumisas

corre

tragando la brida de los tornados en sazón

hacia los cañaverales sonoros de los crepúsculos pudientes


PROFECÍA

allá donde la aventura guarda los ojos claros

allá donde las mujeres resplandecen de lenguaje

allá donde la muerte es bella en la mano como un ave en sazón de leche

allá donde el subterráneo recoge en su genuflexión un lujo de pupilas más vehementes que de orugas

allá donde la maravilla ágil saca punta y fuego de cualquier madera

allá donde la noche vigorosa sangra prontitud de puros vegetales


allá donde las abejas de las estrellas cuelgan del cielo una colmena más ardiente que la noche

allá donde el ruido de mis tacones llena el espacio dándole un vuelco al rostro del tiempo

allá donde el arcoiris de mi palabra deberá unir el mañana a la esperanza y el infante a la reina


de haber injuriado a mis amos mordido a los soldados del sultán

de haber clamado en el desierto

de haber vociferado a mis guardianes

de haber suplicado a las hienas y chacales que escoltan caravanas

contemplo

la humareda se precipita cual caballo salvaje sobre el proscenio orla un instante la larva con su frágil cola de pavo real y desgarrándose la camisa se abre de un golpe el pecho y la veo en islas británicas en islotes en rocas recortadas fundirse poco a poco en el mar lúcido del aire

donde se bañan proféticas

mi boca

mi rebelión

mi nombradía.


TAM-TAM DE NOCHE

manada de okapis dada a los sollozos afluente de dedos carnosos

busca en el cabello de las piedras mil lunas espejos giratorios

mil mordeduras de diamantes de mi lengua sin preces

fiebre de almocárabes de ballesta oculta a remolque de las manos de piedra

cosquilleando la sombra de ensueños sumergidos en los simulacros del mar


CONQUISTA DEL ALBA

Morimos nuestra muerte en bosques de eucaliptos gigantes

acariciando encalladuras de paquebotes absurdos e el país para crecer

drosera irrespirable

paciendo en las desembocaduras de las claridades sonámbulas

ebria

muy ebria guirnalda arrancando demostrativamente

nuestros pétalos sonoros

en la lluvia campanularia de sangre azul,


Morimos

con miradas creciendo en amores extáticos en salas carcomidas

sin palabras que se opongan en los bolsillos, como una isla

que se hunde en la explosión brumosa de sus pólipos

-la noche,


Morimos

entre sustancias vivientes hinchadas anecdóticamente

de premeditaciones

arborizadas que sólo regocijan, que sólo se insinúan en el corazón mismo

de nuestros gritos, que únicamente reverdecen con voces de niño,

que solamente

trepan a lo largo de los párpados en el peldaño agujereando

miriápodos sagrados

lagrimas silenciosas,


Morimos de una muerte blanca floreciendo de mezquitas su dintel de espléndida ausencia donde la araña de perlas saliva su ardiente melancolía de mónada convulsiva


en la inenarrable conversión del Fin


Maravillosa muerte de nada

Una esclusa alimentada en las fuentes más secretas de la ravenala

se ensancha en grupa de gacela desprevenida


Maravillosa muerte de nada.


Las sonrisas escapadas al lazo de las complacencias

deshácense sin precio de las joyas de su infancia

en plena feria de sensitivas en delanta de ángel

en temporada liminar de mi voz

sobre la suave pendiente de mi voz

a voz en grito

para dormirse.


Maravillosamente muere de nada


¡Ah! El penacho depositado de los orgullos pueriles

las ternuras adivinadas

he aquí con puertas más pulidas que las rodillas de la prostitución-

el castillo de los relentes- mi ensueño

donde adoro

con la aridez de los corazones inútiles


(salvo del triángulo orquial que sangra violento como el silencio de las tierras bajas)

brotar

en una gloria de trompetas libres con cáscara escarlata

corazón no mantecoso, sustrayendo a la ancha voz de los precipicios

incendiarios y embriagadores tumultos de cabalgata.



INVESTIDURA

bandada de cayos de manzanillo de guijarros

algarrada intimidad del soplo

toda el agua de Kanaga se vuelca de la Osa Mayor a mis ojos

mis ojos de tinta china de San Pedro asesinado

mis ojos de fusilamiento de espaldas al paredón

mis ojos que se rebelan contra el indulto

mis ojos de San Pedro desafiando a los asesinos bajo la ceniza muerta

con los mil puros desafíos de las rosas de Jericó

Oh mis ojos sin bautismo y sin rescripto

mis ojos de escorpina frenética y de puñal sin roxelana

no soltaré mis manos llameantes del ibis de mi demente vestidura


























De “SOL DEGOLLADO”


ENTRE OTRAS MATANZAS

Con todas sus fuerzas el sol y la luna chocan

las estrellas caen cual señales demasiado granadas

y como una camada de ratones grises


no temas dispón tus crecidas aguas

que bien arrebatan a la orilla de los espejos


han salpicado barro en mis ojos

y veo yo veo terriblemente veo

que de todas las montañas de todas las islas

sólo quedan los pocos dientes averiados

de la impenitente saliva del mar.


BLUES DE LLUVIA

Aguacero

hermoso músico

al pie de un árbol despojado

entre las armoniosas perdidas

cerca de nuestras memorias desbaratadas

entre nuestras manos de derrota

y de los pueblos de extraña fuerza

dejamos pender nuestros ojos

y nativa

desatando la correa de un dolor

sollozamos


HIJO DEL RAYO

Y sin que ella se dignase seducir a los carceleros en su corpiño se deslechó un ramillete de picaflores

en sus orejas germinaron brotes de atolones

ella me habla una lengua tan suave que al principio no

comprendo pero a la larga adivino que me afirma

que la primavera llegó a contracorriente

que toda la sed se apagó que se nos concilió el otoño

que las estrellas florecieron en la calle en pleno mediodía y que muy bajos cuelgan sus frutos


LA RUEDA

La rueda es el más bello invento del hombre y el único

el sol gira

la tierra gira

gira tu rostro sobre el eje de tu cuello cuando sollozas

más no os apresuréis minutos a discurrir en la polea del vivir

sangre lamida

el arte de sufrir afilado cual los muñones del árbol por los cuchillos del invierno

la corza ebria de sed

que me posa inesperada sobre el pretil tu

rostro de goleta desarbolada

tu rostro

como una aldea dormida en el fondo de un lago

que renaciera el día de la hierba y del año

germina


De “CUERPO PERDIDO”


PALABRA

En medio de mí

de mí mismo

a mí mismo

fuera de cualquier constelación

únicamente estrujado en mis manos

el raro singulto de un delirante espasmo

palabra en vibración

mi posibilidad fuera del laberinto

más largo y más amplio vibran

en ondas cada vez más apretadas

en lazo con que alcanzarame

en soga con que alzarme

y me asaetean todas las flechas

con su curare más amargo

en el bello poste sacrificial de muy recientes estrellas


vibra

vibra esencia misma de la sombra

en ala en la garganta está fuerza de perecer

la palabra negro

surgida en armas del alarido

de una flor venenosa

la palabra negro

nauseabunda de parásitos

la palabra negro

llena de bandidos que merodean

de madres que gritan

de niños que lloran

la palabra negro

un chisporroteo de carnes que arden

acre y de cuerno

la palabra negro

como el sol que sangra por la garra

sobre la acera de las nubes

la palabra negro

como la última risa parida en la inocencia

entre los colmillos del tigre

y como la palabra sol es un tableteo de disparos

y como la palabra noche un tafetán que desgarran

la palabra negro

prieta ustedes saben

del trueno del verano

que se arrogan

libertades incrédulas


ELEGÍA

El hibisco no más que un ojo reventado

de donde pende el hilo de una larga mirada, las trompetas de esparavanes

el gran sable negro de los flamboyanes, el crepúsculo llavero siempre tintineante

las arecas indolentes soles que jamás se pusieron por traspasadas por un alfiler que las tierras que se saltan la tapa de los sesos

no dudan nunca en incrustarse

hasta el corazón, los fantasmas horrorosos, Orión la extática mariposa que los pólenes mágicos

crucificaron sobre la puerta de las noches cimbreantes

los bellos tirabuzones negros de las cañafístulas mulatas

altaneras cuyo cuello tiembla levemente bajo la guillotina


y no te sorprendas sin en la noche gimo hondamente

o si mis manos estrangulan más sordamente

es el tropel de viejas penas que hacía mi olor

negro y rojo

en escolopendra

alarga la cabeza y con una insistencia en el hocico

aún blanda y desmañada

busca más adentro mi corazón

de nada me sirve entonces apretarle contra el tuyo

y perderme en la espesura de tus brazos

que acaba por encontrarlo

y muy gravemente

de manera siempre nueva

lo lame amorosamente

hasta que brota salvaje la primera sangre bajo las bruscas garras desplegadas del

DESASTRE



Poemas. Barcelona. Plaza y Janés. 1979. Págs. 67-71, 79-88, 105-109 Y 125-130

Pintura de Paull Gauguin, Museo Thyssen- Bornemisza | Crédito: Colección Carmen Thyssen-Bornemisza en depósito en el Museo Nacional Thyseen

 

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