El vuelo de las llaves

Floriano Martins


El Surrealismo fue conocido en América de inmediato a su nacimiento en Europa. Más allá que eso, el continente americano acompañaba con atención a los despliegues de las vanguardias. En muchos casos ⎼hay que destacar el Futurismo⎼, hubo amplia asimilación de la parte de artistas, poetas, críticos en todo el continente. Por supuesto, conocimiento no significa filiación.

Europa igual ha conocido al Surrealismo de América mucho antes de la magia y la sangre negra de la floresta. Por las manos de Lautréamont el Surrealismo de América ha llegado al conocimiento de Europa, con su espanto natural frente al mundo abisal de la poética del Conde. Las dos partes del mundo siempre supieron que el Surrealismo es fruto de sus viajes, los traslados del ser que agranda la visión de mundo y hace posible conocer lo más íntimo de toda perspectiva, de toda relación.

Es un decir, una broma, eso de dos surrealismos, aunque sea muy posible distinguir singularidades en un margen y otro del Atlántico. Pero hubo Surrealismo en otras partes del planeta, así que hay que investigar sus modos de ser, sus preferencias, obstáculos etc. Yo creo que entre las eclosiones todas de las vanguardias, hay dos que se destacan con más claridad estética, precisamente el Futurismo y el Surrealismo.

Ahora, hay dos tiempos que definen la presencia innegable de las dos corrientes. El Futurismo fue una exaltación del presente, y el Surrealismo fue su negación. Desde ahí la distinción entre escuela y movimiento. Si Marinetti deseaba fortalecer la relación entre creación artística y realidad, a Breton le parecía más cierto averiguar las equivocaciones de esa relación, proponiendo que la creación más bien se define por su condición de cuestionar a la realidad.

Dos otros puntos son contrarios, el modo de presentar sus postulados. Tal vez mejor sea comprender hasta qué punto América estaba preparada para las dos proposiciones viajadas desde Europa hasta el territorio convulsionado de sus búsquedas de identidad. Tomemos un caso por ejemplo: la presencia de Marinetti y Breton en América, precisamente el primero en Montevideo y el otro en México. Los uruguayos fueron simpáticos al Futurismo, asimilado como un diálogo posible con sus inquietudes locales, al mismo tiempo en que los mexicanos fueron antipáticos a la presencia del Surrealismo, manteniendo con el poeta francés un ambiente de hostilidad.

Yo creo que encontramos ahí por lo menos dos factores. Mientras el Futurismo estaba muy bien al día con sus principios, el Surrealismo trasladaba para todas partes el tablado de sus controversias internas, sin olvidar el rechazo de Breton a aprender otras lenguas que el francés. Otro factor era que el Surrealismo sonaba como una imposición, mientras el Futurismo buscaba la comprensión más que la aceptación. Pero hay que agregar ahí otras imposibilidades, sobre todo de orden moral. Mirando a la historia como lo hacemos ahora, importa observar que por razones distintas el Futurismo ha alcanzado una identificación con la realidad de algunos países en nuestro continente ⎼México, Brasil, Uruguay⎼, al mismo tiempo en que el Surrealismo ha encontrado campo yo diría afectivo, sobre todo, en países como Chile, Argentina, República Dominicana. Al mismo tiempo hubo relaciones complejas, sea por gestiones políticas o religiosas.

El hecho, como afirma Jesús David Cubelo, en diálogo nuestro por motivo de un libro que tengo en preparación sobre las vanguardias en Hispanoamérica, es que "es innegable la importancia del Surrealismo como elemento para desintoxicar la conciencia artística, y es indiscutible, igual, la forma en que marcó a muchos de los principales poetas latinoamericanos del siglo xx (Neruda, Vallejo, Paz, Lezama, Enrique Molina), hasta el punto de constituir el motor impulsor del pensamiento artístico y literario en muchos de ellos".

David Cubelo menciona a poetas que mantuvieron relaciones distintas con el Surrealismo. Vallejo fue contra, Neruda siempre estuvo en favor de él mismo, Paz fue estratega, Lezama fue silencioso, Molina fue naturalmente surrealista. En verdad, tanto es innegable la presencia del Surrealismo en la prosa poética que se encuentra en un libro como La fijeza (1949), del cubano José Lezama Lima, como es dudosa la influencia del movimiento en la poética del peruano César Vallejo. Una vez más creo que hubo demasiada equivocación de lecturas entre los diversos ismos de principios del siglo XX. Una confusión de cruces, en muchos casos ampliada por prejuicios comunes y fatales.

Las tensiones fueron muchas y hoy me parece que el carácter principal del rechazo fue el hecho de que el continente buscaba desnudarse del ropaje colonial, de modo que formalizar filiación a un partido estético que sea significaba un tipo de limitación en su necesidad de resistencia al conquistador europeo. En silencio, un silencio convulsivo como la belleza, la verdad es que el continente se fue llenando de Surrealismo, y algo más que eso: en muchos casos fue descubriendo una razón de ser surrealista que ya no era de aceptación simple, sino de actuación decisiva en una esfera estética.

Por eso la broma inicial de un Surrealismo de una y otra parte, como si fuera posible fraccionarlo. Es posible? Es verdad que el Surrealismo en la plástica hoy se encuentra más difundido que en la poesía. Hablamos con facilidad de las imágenes surrealistas, pero en general estamos tratando de las inquietudes abisales de Magritte, Dalí, Ernst. Observo con atención lo que se habla de la obra del chileno Ludwig Zeller, que hoy ocupa un sitio curioso, de ser uno de los últimos surrealistas clásicos vivos en el mundo. Bueno, es imposible proponer la existencia de dos mundos entre la poesía y la plástica en Zeller. Pero hay una ceguera respecto al mundo poético, una incomprensión de la superación de las fronteras entre ambos en la creación de este notable chileno.

He hablado que el Surrealismo fue una negación del presente, pero más que todo en sus orígenes. En América, aunque tuvimos ejemplos de filiaciones ortodoxas, lo más importante fue la característica aquí desvelada, de la búsqueda de crear su propia realidad, su propio tiempo. El argentino Francisco Madariaga lo define muy bien al decir que en América el Surrealismo ha significado una boda, más que simple ruptura. Ejemplos de filiación encontramos en formaciones grupales en Estados Unidos, Canadá, Brasil. Igual hubo puntos de diálogos, más allá de una aceptación tácita, en grupos surgidos en países como Chile, Argentina, República Dominicana. Pero lo más singular encontramos en unas voces muy particulares, de poetas que deben ser reconocidos como dueños de una poética fundamental, tales como el argentino Enrique Molina, el peruano César Moro, el mismo chileno Ludwig Zeller.

El siglo XX fue, en medio a otras fiebres, unas bien irracionales, marcado por la descubierta de la imagen. La imagen surrealista fue tal vez el punto central de esta renovación de la construcción de una visión de mundo. La idea de imagen no se limitaba al ámbito plástico en ningún momento Siempre estuvo muy clara la concepción de la imagen. Lo que pasa es que el mismo siglo se ha caracterizado por otra cosa, el desarrollo de un mercado que se utilizara del arte, la ciencia y la religión para entronizarse como un nuevo padrón de existencia.

No olvidemos: vivimos ⎼más que convivimos⎼ en un mundo que todavía no hay encontrado su sitio propio. No hay América. En lo general nos acercamos de los noticieros para comprender lo que pasa en Europa y ojalá eso nos permita conocer un poco más acerca de nosotros. Peor: pensamos que los demás continentes actúan como nosotros. Hay uno que sufre, otro que busca complicidad y un tercero que ha cuidado de su vida independiente de todo. América todavía no se ha desgarrado de Europa.

Hace mucho el Surrealismo no se llama Europa. Su nombre real tiene que ver con lo que siempre ha propuesto el mismo: buscar una realidad más allá de lo visible. No hay surrealismo europeo si lo comprendemos en su raíz. Hay Surrealismo en Australia, en Japón, en Perú, en Marruecos etc. Una mirada es lo que tenemos listo para comprender o cambiar el mundo. Y luego tengo que hacer parte de la afirmación de mi mirada. No hay canon, no hay por qué haberlo. El Surrealismo acepta su misma inexistencia en el rato en que lo comprendemos. Por eso no hay escuela.

Ahora estamos en el siglo XXI, pero en verdad todavía no hemos pasado la página de muchos temas ⎼el racismo, el colonialismo, la tensión entre libertad y responsabilidad⎼, que permanecen impregnados en la historia como un cancro invencible. Europa ha vivido siempre de entrechoques. América es una perene desconocida de sí misma. Dos caras de la misma moneda. La historia no hace otra cosa sino repetirse. El Surrealismo mismo sigue repitiendo sus errores clásicos, sea por magnitud ortodoxa, sea por la falta de convicción estética y moral que tanto caracteriza nuestra época. Un tema es reflejo del otro.

En menos de una década llegaremos al centenario del Primer Manifiesto del Surrealismo. Recordemos como empieza la cosa: "Tanto va la fe a la vida, a lo que en la vida hay de más precario ⎼me refiero a la vida real⎼, que finalmente esa fe se pierde". Y como termina: "Vivir y dejar de vivir son soluciones imaginarias. La existencia está en otra parte." El argumento central ¿es la vida o la fe? ¿La existencia o la imaginación? Todavía el hombre se comporta como si no supiera la respuesta. En muchos casos, peor: como si no hubiera importancia en saberlo. Duele saber que el mundo no ha cambiado mucho, sino en el maqueo, en los efectos, en la falsa simetría.

¿Qué vamos hacer con el centenario del Surrealismo? ¿Convertirlo en palco de nueva ola? ¿Celebrar la más valedera oportunidad de que la aventura humana se desarrollase en favor del hombre? ¿Nostalgia? ¿Moda? Yo creo que cabe reflexión por todas partes. Que nada ⎼o nadie⎼ es irrevocable. La misma exposición que ahora se realiza puede ser una anticipación de esta meditación acerca de los cien años de algo que, en el drama universal de la existencia humana, se ha convertido en fuente inquebrantable de perspectivas de transfiguración del ser, haciendo con que este personaje central brille actuando al mismo tiempo como creador y creatura.

¿Cómo recuperar la historia del Surrealismo? La inexistencia de escuela no quiere decir que la obra no se realiza. Aunque tengamos nos acostumbrado a la clasificación, hay Surrealismo por los sitios menos visitables de nuestro continente. En muchos casos tomados por una inocencia, ajenos a los rechazos u a los vicios de aceptación. La gente más humilde que todavía cree que una imagen puede cambiar un mundo. La gente que no sabe qué es Surrealismo en mucho de su vida lo realiza. El mismo Surrealismo no ha alcanzado el grado de naturalidad que ha propuesto. Pero sabemos: la vida es imposibilidad. Lo que define la vida, sin embargo, ¿es lo que realizamos o lo que hacemos por realizar?


[Febrero de 2015]


Floriano Martins: (Brasil, 1957). Poeta, ensayista, traductor y editor. Se ha dedicado en particular, al estudio de la literatura hispanoamericana, sobre todo en lo que respecta al surrealismo. Es autor de los libros Escritura Conquistada (Diálogos con poetas latinoamericanos) (1998) y El inicio de la búsqueda (El surrealismo en la poesía de América Latina) (2001). Como traductor ha publicado en su país libros de Federico García Lorca, Guillermo Cabrera Infante, Vicente Huidobro, Aldo Pellegrini, Enrique Molina, Juan Calzadilla, Pablo Antonio Cuadra, Alfonso Peña. Además, ha organizado antologías de la obra de autores portugueses como Cruzeiro Seixas, Anna Hatherly, Isabel Meyreles, Armando Silva Carvalho, João Barrento y Nicolau Saião. Entre sus libros de poesía se destacan Cenizas del sol (Costa Rica, 2001), Tres estudios para un amor loco (México, 2006), y A vida inesperada (Brasil, 2015). Es director de Agulha Revista de Cultura y ARC Edições. Contacto: floriano.agulha@gmail.com.